PROSPERIDAD ECONÓMICA
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PROSPERIDAD ECONÓMICA

:: AMAR LA PROSPERIDAD

Aun cuando una persona se encuentre en medio de la pobreza y luchas, puede amar la prosperidad. La prosperidad no empieza con el dinero sino con desearla. Prosperar es cuando Dios nos cubre de dinero no para pagar deudas ni comprar una casa sino para comprar todo lo que deseamos y poder bendecir a otros. Poco a poco va a llegar la prosperidad, así es que llamemos a las cosas que no son como si fueran porque éste es el lenguaje de Dios. En las finanzas existen 6 niveles:

1. EL IMPRODUCTIVO: Es el que no produce absolutamente nada. Existen improductivos que no quieren trabajar (2 Tes. 3:10) y los que sí desean hacerlo pero no encuentran trabajo. Esas personas deben decirle al Señor que ese no es su nivel y permanecer fieles a las promesas de Dios que el trabajo les vendrá.

2. EL MENDIGO: Existen mendigos con corbata y carro y también existen profesionales mendigos (Luc. 16:19, 21). Al igual que Lázaro, cuántos cristianos viven suplicándole al jefe, al banco, a los familiares!!! El único que nos puede ayudar es Jesús, así que no seamos mendigos!!! Recordemos el pasaje del ciego de nacimiento de Jn. 9 y pidámosle a Jesús que nos quite la ceguera. Tenemos que sepultar al mendigo que llevamos dentro porque la mendicidad y el Espíritu Santo no van de la mano.

AMAR LA PROSPERIDAD

3. EL SOÑADOR: El soñador es el que se aparta de la realidad. ¿Quién no ha soñado? Solo aquel que nunca ha soñado es porque anda medio muerto. Los grandes proyectos hechos realidad, provienen de grandes sueños y las grandes empresas financieras vienen Dios, no de los bancos ni préstamos, ni de los alquileres porque eso es cautividad. Atrevámonos a soñar!!! No olvidemos que los sueños son el lenguaje de Dios.

4. SER SOLÍCITO: ¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará. No estará delante de los de baja condición (Prov. 22: 29). Es ser diligente. A los sueños, debemos agregarle la diligencia en el trabajo. Abramos nuestro negocio, atendámoslo como realmente quisiéramos, no dejemos todo a los empleados y nos hagamos los desentendidos.

5. SER PERSISTENTE: Es ser doblemente diligente, mantenerse constante. Muchos perdieron sus negocios porque se quedaron en el nivel del solícito, del diligente. Si queremos realmente ser prósperos, tenemos que duplicar nuestros esfuerzos, nuestras oraciones y nuestra fe en Dios. El que persiste llega a su REHOBOT es decir, a su pozo, fuente de agua, a lugares amplios y espaciosos, "porque ahora Jehová nos ha prosperado y fructificaremos en la tierra", Gén. 26:22.

6. SER PRÓSPERO: El persistente se hace próspero. Cuando uno llega a este nivel, ya no camina, ya se sienta porque ya no busca la prosperidad sino que la prosperidad lo busca a uno. La plata llama a la plata. Vamos a prosperar cuando entendamos que es lo que quiere Dios para nosotros y es allí cuando vendrá un nuevo amanecer para nuestras finanzas. Pero tengamos en cuenta que la prosperidad es para bendecir la obra de Dios y al prójimo.



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